Dylan, un cerdito desnudo, está atado en el suelo y se ve obligado a ver cómo Timmy Treasure y Reece Bentley se ponen duros. El cruel juego de los deportistas hace que el cuerpo de su cautivo se acelere con las hormonas y la excitación, pero Dylan no puede ni siquiera tocar su polla hinchada y agitada para conseguir algo de alivio. Justo encima de él, la enorme herramienta de Timmy se introduce en el apretado culo de Reece, a unos pocos y tortuosos centímetros de la cara de su inmovilizado juguete...