El chico del submarino Skikkes tiene los ojos vendados y está a merced de sus dos amos, Damian Ryder y Liam Burlington. Lo tienen donde quieren y ahora pueden usar su cuerpo para su propio placer. Poniendo al obediente cachorro de rodillas, se turnan para humillar su dulce trasero y alimentarlo con sus sólidos penes. Damian empapa la cara de su submarino con su semen mientras Skikkes sigue chupando sus pesadas pelotas, y Liam le dispara una carga cuando termina de jugar con su chico de abajo. Finalmente, la zorra del submarino, Skikkes, puede vaciar sus bolas y disparar una carga cremosa.